domingo, 9 de septiembre de 2012

Un sin sentido

En este, mi paseo por la vida observo como el sin sentido se apodera de cada uno de los seres que habitan nuestro planeta. Pero qué sociedad hemos construido?, en qué seres hemos confiado para dirigirla? y lo peor de todo, con qué sin sentido estamos funcionando?… Retrocedamos unas pocas décadas y entonces hablábamos de “democracia”, en definitiva y sin entrar en jerga política, un juego en el que los habitantes ampliábamos nuestras opciones decisorias y con ella, la sensación de libertad empezaría a subir por nuestras venas como pura adrenalina. Pero había una pega y es que la libertad sólo era una sensación, vamos que no era real, que duraba poco. Os explico, en nuestro país cambiamos a un dictador por un grupo político que seguía mandando, aunque fuera el pueblo el que lo eligiera, en definitiva el panorama era el mismo aunque probablemente no lo vimos entonces. Siempre ha existido su soberanía nunca la nuestra. Siempre ha existido la sensación de libertad pero no la libertad real. Sólo que cuando el término políticamente elegido fue “Democracia” nos vendimos a otro impostor, con diferente cara pero con mismo fondo. Nos lavaron las calles que pisábamos, pintaron los edificios que habitábamos y le pegaron un empujoncito a la tecnología, esa que ahora es dueña de nuestras vidas. Menudos esclavos estamos hechos! Y con que poco nos contentamos: un trabajo para pagar la hipoteca que me esclaviza de por vida, un coche que nunca se acaba de pagar pero mola sobre todo cada vez que tengo que llenar el combustible y no sé si tendré para llenar, el último modelo de móvil y la suerte de poder pedir un nuevo crédito para pagar esas ansiadas vacaciones. Y esa es la vida que hemos conseguido los que seguimos en esta sociedad. Pero no nos quejamos, bueno alguna que otra manifestación, revolución, crítica verbal pero contundente acción nada de nada. Por eso lo llamo “sin sentido”. Pregúntate a qué estarías dispuest@ a renunciar y para cada una de las respuestas pregúntate para qué lo necesitas. Es probable que no te atrevas a vivir una vida sin dinero, moneda porque le has concedido el máximo poder en tu vida. Con él te parece que vives: te alimentas, habitas bajo cobijo, compras regalos, te diviertes, … y un sinfín de cosas que nos dan la felicidad! (uf que mal estamos! La felicidad no se obtiene con ese papel que la sociedad llama dinero, ese sentimiento sólo puede sentirlo el ser libre y eso nunca, repito nunca, lo hemos sido. Triste pero cierto. Lo peor es que ahora que el culo está al descubierto, que las cartas están boca arriba sólo criticamos, nos revolucionamos pero seguimos sin actuar de manera coherente con nuestro interior y eso es así porque seguimos temiendo perder aquello que nunca ha sido dado: nuestra libertad. En realidad nacimos libres pero aquí permitimos que el sistema nos esclavizara y todo por pensar que el poder estaba en la moneda que permitía al habitante adquirir suministros. Formamos parte de la Tierra; acaso el árbol perece porque la Naturaleza se olvida de proporcionarle aquello que necesita? Jamás, perece cuando ha cumplido su ciclo o a manos de los habitantes animados, esos que ahora organizan revueltas para quejarse de lo corrompido del sistema o de lo caro que se está poniendo todo. La verdad es que yo también me quejo y lo hago desde el silencio pero ciertamente estoy aprendiendo a desprenderme de todo aquello que me ata a esta sociedad engañosa, a todo aquello que no necesito y veo hoy mucho más que ayer las injusticias y no estoy dispuesta a consentirlas por más tiempo. Yo elijo y eso me hace conocedora de mis posibilidades. Sólo hay que atreverse a renunciar a vivir en un sistema que esclaviza bajo un trasfondo de libertad. Las señales las tenemos delante de nuestros ojos cada maldito día, en la portada de los diarios, en las noticias de la televisión, y vosotros no las veis? Todo el espectáculo es un verdadero sin sentido donde las marionetas seguimos nuestras rutinas a ritmo de los mismos engaños día tras día. Eso no te hace pensar?

jueves, 5 de abril de 2012

El amor y la manera en que aman los hombres y las mujeres




Balzac nos decía que el “amor no es sólo un sentimiento, sino es también un arte” el arte de tratar de transmitir ese sentimiento sin dañar al otro, sin coartar su libertad, entendiendo el espacio que como persona necesita tener, distinguiendo el apego del deseo, la dependencia, adicción o necesidad del auténtico amor.
Frases como “Mi existencia no tiene sentido sin él/ella”, “Él es lo más importante de mi vida”, “Nuestro amor es eterno, es imposible que nos dejemos de querer” tienden más hacia un apego afectivo que hacia un concepto de amor racional.

Amar no es poseer, no es temer perder al otro. Cuando reclamas poseer al otro, buscas controlarlo por miedo a perderlo. El apego surge de la inseguridad propia y de una serie de creencias o asunciones disfuncionales que nos conducen a entender el amor como dependencia.

Hay muchas clases de maltrato además del físico, propiamente dicho. Cuando un componente de una pareja pierde su libertad, está siendo maltratado.”

Del modo en que la sociedad nos ha transmitido el amor no es realista: el concepto de amor surge del Romanticismo y se basa en el idealismo romántico que encontramos en los cuentos de príncipes y princesas. Así lo describe la siguiente poesía:

Los invisibles átomos del aire en rededor palpitan y se inflaman; el cielo se deshace en rayos de oro; la tierra se estremece alborozada; oigo flotando en olas de armonía el rumor de besos y el batir de alas; mis párpados se cierran…¿Qué sucede? ¡Es el amor que pasa!” Gustavo Adolfo Becquer

El amor espera una excesiva correspondencia: con o sin intención, el amor induce a las parejas a exigir demasiado.

Jaime ama a Alicia y no comprende porque desea estar sola. Ella le ama pero necesita recuperar su espacio. Él vive la convivencia como un espacio que se comparte las 24 horas del día. Necesita saber, conocer, controlar, porque así es como Jaime entiende el amor. Alicia acaba negándose su propia libertad en pros a un amor asfixiante. Deja de escuchar su propio deseo para corresponder al de él.”

Es bastante probable que una historia como la de Jaime y Alicia se viva en muchas familias y seguramente cuando nuestra supuesta Alicia le comenta a su madre o a una amiga esa forma tan especial que tiene su Jaime de amar, ellas comentarían:
“¡Qué suerte que tienes de tener un hombre que te adora y sólo vive por y para ti!”.
Estos son los valores que han marcado el amor en nuestra sociedad. Un amor romántico, posesivo, en el que se retiene al ser amado por temor a perderlo y en ese punto cedemos nuestros derechos como seres individuales.

El cariño consiste en dar libertad al ser amado, no en retenerlo.

El amor engendra sumisión: por tradición al hombre se le inculcaba la idea de que le correspondía proteger a la mujer. Ella era la débil y él el fuerte.
Hoy en día, hombres y mujeres aceptan el hecho de que ambos son seres humanos, dotados de inteligencia, necesidades y emociones semejantes. El género no marca la diferencia.
Si cedes tu libertad al otro, si caes en la sumisión para demostrar tu amor, te estás faltando al respeto ignorando por completo toda la lucha que se ha llevado a cabo para dejar atrás el concepto antiguo de hombre fuerte y mujer débil.

En toda relación de pareja se pasa por las siguientes fases:

Enamoramiento, en donde aparece un fuerte sentimiento de atracción hacia la otra persona, mediado por una presión social y una predisposición cultural. Aparece también un proceso de idealización de la persona que nos atrae y finalmente la actitud que tenemos hacia el otro es de compromiso y entrega máxima.
Noviazgo, aparece el intercambio de conductas gratificantes, la novedad genera un proceso de euforia. El desconocimiento mutuo sigue supliéndose con la fantasía, a partir de una imagen previamente idealizada y un conocimiento selectivo.
Compromiso, con la convivencia diaria aparece nueva información sobre el compañero, a menudo este conocimiento implica cierto desengaño al compararse con la imagen previamente idealizada. En el aspecto negativo aparece la rutina y el porcentaje de actividades gratificantes disminuye, mientras que en el positivo, se consigue comprensión, compañía, identidad social, satisfacción sexual y reproductiva, protección.

El amor completo y por tanto satisfactorio es el que incluye los siguientes componentes de manera equilibrada sin perder de vista el respeto hacia uno mismo:

Ágape, es la ternura, el cuidado por el otro
Eros, es la pasión por el otro. El deseo en estado puro.
Philia, es la amistad, el compañerismo.

Tras aquellos indicadores de dependencia, apego afectivo insano, estilos afectivos tóxicos, en una relación de pareja podemos encontrar pensamientos irracionales tipo:

•“Esa es su manera de amar
•“Me quiere pero no se da cuenta
•“No es tan grave
•“No recuerdo que haya habido nada malo
•“Se va a dar cuenta de lo que valgo
•“Intentaré nuevas estrategias de seducción
•“Mi amor y comprensión lo curarán
•“Me quedaré sola. Nadie me amará nunca
•“Sería terrible que él me dejara
•“Las mujeres son todas infieles
•“Los hombres son infieles por naturaleza

Y creencias irracionales tipo:

•“Si hay amor no necesitas nada más
•“El verdadero amor es incondicional
•“El amor es eterno
•“El amor supone sacrificio


Amor y apego no siempre deben ir de la mano. Declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura. No podemos vivir sin afecto pero si podemos amar sin esclavizarnos. El desapego es una elección que dice a gritos: “el amor es ausencia de miedo”.

¿Qué ideas erróneas están en la base del concepto que tenemos del amor?
¿Por qué nos ofendemos si el otro no se angustia con nuestra ausencia?
¿Por qué nos desconcierta que nuestra pareja no sienta celos?


Existen una serie de esquemas cognitivos y necesidades que nos vinculan a determinados estilos afectivos tóxicos:

•El amor desconfiado donde él diría “Si no estoy vigilante me engañarán” y ella diría “Necesito que me celes y sufras por mi, para sentir que tu amor es verdadero”.
•El amor hostigante en donde el esquema cognitivo disfuncional diría “Tu vida debe girar a mi alrededor” y la necesidad que nos vincularía a él “Es mejor que yo. Debo entregarme totalmente a él”.
•El amor violento donde tiene su origen la violencia machista “Te lo tienes merecido, ¿Quién te manda ser tan débil?” y la necesidad a vincularse a un esquema tan desadaptado “Necesito alguien que me defienda” “Necesito alguien valiente a quien admirar”
•El amor egoísta “Mis necesidades son más importantes que las tuyas” y la necesidad “Necesito alguien con quien identificarme”.

Para prevenir todos estos esquemas cognitivos erróneos que nos acercan más al apego, a la dependencia, al encarcelamiento afectivo y puede desencadenar actitudes que promuevan la violencia machista tenemos que empezar a cambiar los desastrosos preceptos sociales todavía estancados en la sociedad.

Desde pequeños hábitos educativos hay que crear valores que promuevan la libertad humana, el respeto, la dignidad, la unidad hombre-mujer, una sana autoestima.

En el amor hay que potenciar un estilo de vida orientado a fomentar la independencia psicológica. Hablamos de Soberanía psicológica individual e incluye: mi espacio, mis cosas, mis amigos, mis salidas, mis pensamientos, en definitiva todo aquello que sea “MI” que no necesariamente excluye el “TU”.

El equilibrio adecuado es aquel donde las demandas de la pareja y las propias necesidades se acoplan respetuosamente. Recuerda siempre que no te merece quien te haga sufrir. Predicar un amor recíproco es aceptar que todos los humanos son valiosos, incluido tú mismo.

jueves, 5 de enero de 2012

Carta a Los Magos



Sentada en su cómodo sillón de cuero negro Julia se disponía a escribir aquella carta en un día tan apropiado para esa actividad. La única diferencia era que Julia no creía en esas cosas, no solo porque ya fuera adulta, sino más bien porque poco creía en las tradiciones que había impuesto la sociedad consumidora a la que pertenecía.
El día de los Reyes Magos, otra fecha justificada y obligada a la que acudir a los establecimientos para consumir. Los regalos son mágicos y por eso los traen esos poderosos reyes de Oriente… en realidad disfrazamos y otorgamos un poder a unos pocos, todo con la excusa nuevamente del consumo obligado.
Pertenecemos a una sociedad que trata continuamente de adormecernos con idioteces como la de los Reyes Magos y la magia de la Navidad; fechas para soñar, para desear, para recuperar la ilusión, para gastar lo poco que hemos podido ahorrar y así conseguir que otros sean felices. No nos damos cuenta que lo que estamos propugnando es que “el dinero Sí trae la FELICIDAD”.

Nuestra actitud compulsiva genera necesidad y con la compra, el regalo, el deseo, la ilusión caemos en nuestra propia desgracia, aquella que nos esclaviza por necesitar mucho dinero para lograr estar a la altura de lo que nos impone la sociedad en la que vivimos.
Aunque seamos y nos sintamos pobres (económicamente hablando) hay que consumir durante estas fiestas porque es la magia de la Navidad y "ya nos apretaremos el cinturón más tarde", decimos.

¡Qué ingenuos y tontos somos!

Párate y piensa: en realidad, ¿necesitas recibir regalos? ¿necesitas regalar?, ¿acaso ello nos hará más felices?

Si contestamos a esas tres preguntas de manera honesta, obtendremos un NO por respuesta. Si por el contrario en alguna de ellas contestas un sí, entonces estás más dormido que la mayoría.

Veamos, si necesito recibir regalos es que creo que un vestido nuevo, un juego de consola, un reloj o la última fragancia de moda, son imprescindibles para mi y además no sólo no me los puedo comprar yo, sino que necesito sentir que se me recompensa de alguna manera con esos “regalos”.
Esto se asemeja a la necesidad de sentirme aprobado por los demás. Primer problema.

Si necesito regalar es que necesito aparentar, posicionarme, transmitir materialmente una emoción de amor o cariño. Recuerda cuanto más cara sea la joya, más te quieren…
Realmente ¿piensas que quien te ame de veras necesitará demostrártelo con algo que se paga con monedas?. Si fuera así sólo podrían dar amor aquellos que más tuvieran. Nuevamente injusto y sinsentido.

Finalmente, si piensas que cuantos más regalos hagas y/o obtengas más feliz vas a ser es que has perdido toda conexión con tu interior, con tu propio YO y ese ser al que llamas equivocadamente YO se ha infiltrado en tu ser para robotizarte y hacerte víctima de tus emociones dañinas:
rabia por no poder, impotencia por no llegar, frustración por no ser mejor que.


Por todo lo dicho Julia se disponía a escribir una carta a los Magos, que no eran más reyes que ella que era toda una Soberana, por supuesto, como tú o como yo. Y no es que los Magos fueran menos magos que ella pero claro tanto tiempo vivido como humana le habían hecho perder el contacto con su Magia, la que siempre había habitado en ella, como en ti y en mí.

A diferencia de las cartas del resto de Julias, Lauras, Mónicas o Claras, la de nuestra protagonista no pediría nada que pudiera comprarse con aquellos trozos de papeles que llamaban dinero, ni supondría ningún sobreesfuerzo para nuestros elegidos Magos, sólo deseaba que ellos le recordaran su eterna sabiduría siempre existente pero olvidada para vivir con MAGIA lo que otros viven con “la venda de la ilusión”.


lunes, 5 de diciembre de 2011

AMAR NO ES POSEER




Diálogo imaginario entre una pareja:

Ella le dice a él:
Te amo, me gusta sentir que tú también me amas, que me deseas, que me quieres sólo para ti, que te muestras celoso cuando miro a otros,…

Él responde:
NO, Claudia, esto no es amor. Amar no es poseer. Yo no quiero poseerte, no quiero temer perderte. Sólo quiero amarte porque así lo elijo, libremente.

Claudia duda:
Pero Diego, si no hay atadura el vínculo puede romperse.

Diego responde:
Si así sucede es porque así lo decidimos soberanamente, desde nuestra individualidad atendiendo a nuestra libertad.

Claudia sigue expresando recelo en su duda:
No entiendo. Cuando nos comprometimos, me prometiste fidelidad y amor eterno. Cuando nos casamos, el sacerdote que ofició la ceremonia dijo que tendríamos que estar juntos hasta el resto de nuestros días. Mi madre, cuando yo era adolescente, me contaba que un hombre es para toda la vida,…pero nunca me contó cómo hacer que no tome otro camino que no sea el de seguir a tu lado.

Diego aclara dulcemente:
Nuestra unidad esta formada por dos seres libres, únicos e individuales, por tanto soberanos. Ni yo puedo mandar sobre ti ni tú sobre mí. Tratamos de elegir las cosas juntos, pero habrán cosas que te gusten a ti y otras que me gusten a mí. Eso no significa que ya no nos amemos. Eso refuerza nuestra individualidad. Las compartiremos si deseamos hacerlo entendiéndonos ambos como soberanos, pero si lo hacemos a causa de prejuicios, temores, dudas, controles… pisamos la propia soberanía.

¿Tú, Claudia, realmente necesitas controlar mis movimientos? ¿Te sientes amada cuando yo te coarto tu libertad?

Claudia responde:
No sé contestarte. Si te veo hablando con una amiga, recelo de ella. Si te suena el móvil y el número que llama no es conocido por mi, pienso que tienes una aventura. Si al acostarnos y yo acercarme me dices que estas cansado y ese día no hacemos el amor, pienso que ya no me deseas. Si eliges salir un viernes a cenar con tus amigos en vez de llevarme a un restaurante de parejas, siento celos porque presupongo que prefieres su compañía en vez de la mía. Evidentemente pienso que si me amaras sólo desearías estar conmigo.

Diego se echa a reír y dice:
No ves que en el trasfondo de todos tus argumentos solo hay deseo de poseer por temor a perder. Cuando reclamas esa posesión cedes tu individualidad y reclamas la mía. No existe un vínculo sano entre dos personas si se pierde la soberanía de cada uno. ¿Te das cuenta que todo lo que reclamas se basa en creencias irracionales que parten de una sociedad que confunde el libre albedrío con la infidelidad, que exige posesión pero al mismo tiempo castiga el comportamiento basado en los celos? Y yo digo, ¿dónde está la línea adecuada?

Vivimos en una ilusión que crea polaridad entre los propios actores, que acusa de maltratadores aquellos que “controlan” pero que al mismo tiempo reafirma continuamente esa actitud posesiva. Somos esclavos de nuestros miedos, nos permiten disponer de nuestro propio feudo para sentirnos poseedores de algo, en este caso, poseemos la soberanía de otro ser humano, nos creemos libres y juzgamos siempre la polaridad para evaluar el comportamiento correcto en base a los principios que nos han inculcado.

Claudia, olvida todo lo aprendido y respóndeme:
¿Sientes necesidad de controlarme?
Si así fuera, eso indicaría que confías en mí o al contrario.
Si nuestra relación fuera una casa, ¿tendría ventanas? Y éstas ¿cómo estarían abiertas o cerradas?

Claudia refunfuñando dice:
Tú Diego siempre usando recursos psicológicos.

Diego:
Las alegorías siempre se usan con buenos fines.
Al igual que haces respirar las habitaciones de tu casa para que salga el aire viciado y entre el aire fresco, las relaciones tienen que permitir el espacio de cada uno porque eso refuerza el vínculo en vez de ahogarlo.

Amar no es poseer, Claudia. Soy un ser libre que elige amarte HOY, AHORA, DURANTE pero siempre desde mi soberanía y libertad como individuo, jamás pisando la tuya. Por eso TE AMO pero NO TE POSEO, porque hacerlo iría en contra de tu soberanía.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Ejerzamos nuestra soberanía




Soy una "simple" humana como todos los que formamos parte de este colectivo denominado humanidad y lo pongo entrecomillas porque en realidad, aunque parezca en cierto modo contradictorio, soy al mismo tiempo una soberana como el resto de vosotros. Somos poderosos, especiales, únicos, cada uno de nosotros, pero lo más importante es que somos libres, libres para decidir, para ejercer nuestra soberania como nos plazca.
El ser humano, y actualmente en mayor intensidad, vive desde el concepto de esclavismo, puro y duro, sin siquiera saberlo, o lo que es peor, siendo consciente y conformándose, porque teme no poder seguir pagando, no poder disfrutar de los ocios que tanto deleite le proporcionan, porque cree simplemente que no merece el privilegio de liberarse.
Nuestra sociedad no ha evolucionado, al contrario, seguimos anclados en un sistema feudal que nos esclaviza a diario, en el que unos pocos (o muchos según se mire) actúan de caciques porque piensan que tienen el poder para actuar así.
El resto, los esclavos conformes, viven autoconvencidos que sólo son merecedores de un trozo de tierra si reciben nóminas de sus empresarios y para conseguirlo, ceden su soberania al otro.
Hoy en dia, el sistema feudal se aprovecha del temor subyacente a perder privilegios llegando a aceptar situaciones de pura tiranía. El empleado cede su soberania porque no cree en su poder ni en sus derechos innatos. El cacique amenaza, relega, explota, exprime, recrimina los fallos, nunca elogia los logros y encima pide el derecho a ser respetado y jamás juzgado; su premisa "Yo soy el amo" es la única válida porque la amenaza de perder el trabajo y formar parte como miembro activo de las colas del INEM parece no gustar a nadie. Tu eres un ser libre y como tal has de valorar si estás siendo respetado. Tienes que exigir con valor y respeto porque tú también eres un soberano, lo que ocurre es que te compraron con supuestas necesidades que ahora sientes como básicas y lo peor es que otorgas el poder de esa obtención a mantener un trabajo esclavista, para poder seguir pagando esa hipoteca que te vincula y te ata a los bancos y esos, al final, son los verdaderos amos de nuestra soberanía.

martes, 18 de octubre de 2011

Palabras desde el silencio para papá


Nunca antes me habia planteado como me sentiria si padre o madre fallase. De hecho la primera en "supuestamente" enfermar fue mamá, pero nunca pensé que su enfermedad la llevara directamente a morir. Contigo, papá, se ha producido algo distinto en mi interior. No sé explicarme, pero me ha parecido escuchar que una vocecita en mi interior, me decía: "Prepárate, el fin se acerca" y eso, desde aquel dia que por teléfono me preguntaste: "¿Cuando vendrás a vernos?", como si sintieras realmente el final.
Cierro los ojos y te recuerdo antaño, con un aspecto más mejorado pero también serio, sin dejar entrever demasiado esos sentimientos que ocupan tu corazón. Ni siquiera cuando tuviste que enfrentarte al cancer de mamá, lo expresaste. De todos modos, tú sufrías, el vacio se apoderaba de tí con cada pensamiento sobre un mañana sin su compañia. Ahora es ella la que sufre, la que siente que el camino que iniciasteis juntos se termina, pero también oculta su pena.
Imagino que toda esa represión tiene que ver con el temor, temor a pronunciar su nombre...muerte.
El otro dia una paciente me decia ¿porqué somos tan complicados en nuestra cultura? ¿porqué las muertes no pueden vivirse con alegria en vez del sufrimiento que las acompaña?
Pensé en tí, papá, entonces, y pedí al cielo, al universo, a quien pertoque, que no sufras, porque tu dolor sé que me hará daño y no quiero sentirlo.
Y también yo me pregunto ¿porqué hacemos tan difícil lo facil? Me repito una y otra vez, como si me estuviera preparando, que nacemos para morir y que la muerte no es más que una etapa de transición y lo creo realmente pero también sé que te echaré de menos. Sonrío cuando releo esas palabras, "...te echaré de menos" y lo hago porque en realidad mi vida, mi dia a dia, transcurre sin tu presencia. A menudo llamaros es más "la obligación de una hija" pero no la necesidad. Siempre he sido "rarita" papá, observadora y solitaria, rebelde con tus consejos que yo vivía como imposiciones. Con los años, nos suavizamos ambos, nos toleramos más. Tú te cansaste de "sugerir" y yo "toleré que lo hicieras". Ni en eso estuvimos de acuerdo!
Me gustaria poderte agradecer todo lo que has hecho por mi, que es muchísimo, pero sé que ahora mismo no podría expresártelo sin que me cayeran las lágrimas.
Me has dado la vida, has cuidado de mí, jamás te has olvidado que tenías una hija y cuando ha hecho falta, has estado allí. No recuerdo haber recibido un no por respuesta...bueno, sólo cuando de adolescente te pediría algo que tú considerarías inapropiado, por supuesto.
Ahora mismo me vienen algunas imágenes de recuerdos a la mente: aquel día que tu adolescente hija se enfadó y te envió aquella libreta en dirección a tu cabeza, que por suerte, supiste sortear; Cuando te desmayaste en la boda de mi hermana, por la emoción del momento, y pensamos todos que te habíamos perdido; nuestra comida en la cafeteria del hospital mientras operaban a mamá; Tu rostro cuando ella gemía de dolor y ese beso que le diste para que sintiera tu cariño y proximidad; el día que celebrasteis los 50 años, la emoción de mamá mientras tú le leias aquel verso. ¿Sabes? Ayer mismo miré la foto de archivo de ese momento y me entristeció pensar que no sabríais vivir uno sin el otro. ¡Cómo llegamos a depender tanto de nuestra pareja!

Papá, lo has hecho bien, nos has cuidado, querido y protegido. Has intentado hacer felices a aquellos que han estado contigo y estoy segura que a menudo de modo totalmente altruista.

No temas, no sientas la enfermedad en tu interior. Trata de sanar tu cuerpo, confía en tu poder. Disfruta al máximo de tu vida, no le concedas espacio al dolor y a la preocupación. No temas morir porque es el miedo el que crea tu enfermedad. Decide tú.

domingo, 4 de septiembre de 2011

¿Sabemos ser felices?




Hace años escribí un artículo sobre la felicidad y desde entonces he leído mucho sobre la misma, distintos puntos de vista pero todos aciertan a admitir que la felicidad no es un estado estable y continuo sino que se vive en momentos y uno elige si desea sentirse o no feliz sean cuales sean las circunstancias que envuelvan su vida. No hace mucho leí: “La felicidad no es una meta, es una trayectoria” y estoy totalmente de acuerdo con esa asunción.
La vida nos marca un camino desde que nacemos hasta que morimos, uno que a menudo tiene dificultades, obstáculos, de mayor o menor intensidad, pero es nuestra actitud frente a ellos la que aportará a nuestra vida felicidad o amargura.
Siempre he considerado al ser humano como una entidad cuyas partes están interrelacionadas. Así mente, cuerpo y emociones forman nuestro ser y cuando una de esas instancias se halla en malestar, desequilibra a las otras. Pero hay un hecho importante y es que nosotros elegimos como sentirnos sean cuales sean los eventos que nos rodeen y en esa decisión los pensamientos ocupan un papel muy importante. Cómo pensemos abocará una emoción y una gestión adecuada de las mismas concederá la diferencia.
Las emociones negativas presentadas por pensamientos irracionales, que nada tienen que ver con la realidad, sino que están teñidos por malestares ficticios, causarán infelicidad. Nos sentiremos rechazados, ofendidos, desgraciados, desesperanzados, ansiosos, tristes y creeremos que la vida es injusta porque nos produce esos sentimientos invalidantes. La cara opuesta es el conjunto de emociones positivas que vienen precedidas por pensamientos sanos que inalteran el equilibrio de la persona. Evidentemente ese estado conduce a la felicidad lo que es síntoma de bienestar personal.
Cada ser humano controla su mente gobernando asimismo los sentimientos que se generan con esos pensamientos. Nuestra mente está programada para boicotearnos pero nosotros poseemos la última palabra: somos los que elegimos cómo vivir la vida, y en esa manera de vivirla radica ser o no felices.
Pero recordemos como os he dicho al principio que la felicidad no es un estado continuo lo que establece que jamás hay que bajar la guardia.
La vida está repleta de desgracias, obstáculos, redes que se tejen en nuestra contra, contradicciones con nuestro propio yo, equivocaciones, desviaciones pero la confianza en uno mismo mantiene un sano control y equilibrio. Cuando uno cae en justificaciones, malentendidos, culpabilización, autodestrucción se está saboteando y permite que la duda desequilibre su vida.
Recuerda que tu vida es tuya y que lo que aprendemos es a saber vivirla. Nuestro mayor reto es precisamente establecer las elecciones adecuadas para vivir felizmente buscando la armonía entre nuestras necesidades y las relaciones que establecemos. Por más ingratas que sean las circunstancias, una actitud conciliadora con nuestro ser posibilita alcanzar la felicidad.

Algunas claves para lograr mantenernos felices y en equilibrio:
- Respétate a ti mismo. Elijas el camino que elijas, decidas lo que decidas, respétalo.
- Siéntete merecedor de tu vida y agradece el haber nacido.
- Conócete muy bien a ti mismo. Tienes que ser capaz de ir siempre un paso por delante de ti. El conocimiento profundo permite la buena gestión de tus emociones porque conoces tus propios demonios y sabes mantenerlos a raya.
- Nunca te avergüences por reconocerte débil, indefenso, celoso, rabioso, enojado. Simplemente aprende de esas emociones y de la función que tienen en cada momento. Lo importante es que las recibas con entendimiento para saber perdonarte.
- No te juzgues, ni juzgues a los que te rodean. Cada cual vive su vida como elige hacerlo.
- Reconócete libre para elegir tu camino. Esa es la aportación principal que le das a tu vida.
- Cuida en todo momento tu cuerpo, tu mente y las emociones que lleves contigo. Es tu responsabilidad.
- Aprende a estar a solas contigo mismo al menos cinco minutos diarios. No temas no saber qué preguntarte o peor todavía, qué responderte. Confórmate con estar a solas contigo y poco a poco tu interior se acostumbrará a fluir normalmente.
- Por último, vive el presente, cada momento intensamente como si fuera tu último aliento. El gozo de vivir se merece que vivas el presente, no que revivas el pasado o especules el futuro.

Cada instante de nuestra vida se forma con nuestras intenciones. Somos los creadores de nuestra existencia y ello supone un peso importante. Si nuestras actitudes conforman impresiones positivas además de vivir plenamente felices conformaremos impresiones de conjunto sanas y positivas. Aunque te sientas único no olvides que formas parte de una unidad y que tu infelicidad crea una realidad destructiva. Fomenta el equilibrio y con ello contribuirás a un mundo mejor.