jueves, 28 de enero de 2010

Recupera tu poder




Cuantas veces habremos oído esta frase…”Recupera tu poder” y aunque la mayoría de las veces se presentara con un manual de ayuda incorporado, seguro que no hemos sabido cómo lograrlo…

Para todos los objetivos que nos propongamos necesitamos en primer lugar creer realmente en la posibilidad de poderlos conseguir, sino por más que tuviéramos metas, si no creemos en ellas, jamás se transformarán en una realidad. Para que la creencia tenga base, uno tiene que sentirlo en su interior… ¿Cómo sé si así lo siento?

Si el poder lo alejo de mi persona, no me siento capaz de conseguir las metas que me proponga ya que “entiendo” que otros tienen más que decir que yo misma.
Primer error: No me creo capaz de conseguir todo lo que quiera, ya que no creo en mi poder.
Cuando hablamos de autoestima, hablamos de la capacidad para confiar en nuestro potencial, no de aquel que se consigue con estudios y títulos, de aquel que aparece innato en nuestro interior. La capacidad está dentro de cada uno de nosotros, es ese “niño interior”, “esencia de nuestro yo” el que alberga el poder.

Segundo error: No me identifico con él. Yo soy lo que ven mis ojos.
Mi percepción es limitada y necesito ampliar mis miras. No me he de sentir finita cuando soy infinita. Mi límite es mi cuerpo pero lo que habita en su interior tiene una grandeza ilimitada. Si yo me identifico con mi interior, recupero el poder que nunca he perdido sólo que desde que habito en este cuerpo olvidé que lo tenía.


Nos han educado con creencias de fe, aptitudes,…externas a nosotros. Crecer con esos condicionantes conlleva cultivarse culturalmente para adquirir poder, rogar a un Dios lejano que nos conceda el “milagro” y un sinfín de situaciones que en definitiva corroboran que el poder no lo tengo yo innato, sino que lo adquiero si “me lo curro”, “rezo mucho” y “lo visualizo”.
Esta última práctica sí suele funcionar pero para que la visualización sea efectiva necesito sentir el potencial de ese interior y el ser humano se niega a reconocer el poder que alberga dentro de su caparazón.


Primera premisa: No somos aquello que vemos con nuestros ojos.
La percepción de nuestros ojos tiene límites y me engaña, porque quiere que me identifique con el cuerpo que habito y eso en sí mismo ya es un límite que niega el poder infinito que tengo.

Segunda premisa: Yo me creo mi realidad.
Si entiendo que tengo el poder para elegir, no permitiré más albergar frustraciones por no conseguir aquello que me he propuesto. Simplemente porque entenderé que obtengo lo que realmente quiero. Puedo conseguir el mundo porque yo soy el mundo. Pero para ello tengo que reconocerme unido a todos, no un ser único e individual.

Tercera premisa: Existe la unicidad pero conectada a la totalidad.
Tengo que sentirme interiormente como un ser especial pero al mismo tiempo he de sentirme conectada al Universo, a la Familia Humana, a la Naturaleza, a la Tierra, al Sol que tanto nos protege y agradecerles a todos ellos (incluyendo a mi ser) la realidad de esa maravillosa creación.
Reconocer el Poder que alberga mi interior pasa por dejar de lado “mi limitada mente” y sentir la expansión de la conciencia, sentir la luz que habita en mi ser.

Cuarta premisa: Confía en tu intuición.
La intuición es esa vocecita que desde dentro te guía y a la que tan pocas veces escuchamos. Si abro mi conciencia seré capaz de reconocerla cuando me hable. Para expandir mi conciencia necesito vivir sintiendo los actos del día a día y sintiéndolos desde el corazón energético. No más emociones invalidantes, no más críticas, no más envidias, juicios o temores. No más diferencias, injusticias, rencores, comparaciones. Hay que aprender a vivir desde y para el Amor.


Los libros de autoayuda no van desencaminados, nos recuerdan una realidad: hay que sintonizar nuevamente con nuestro interior, con ese ser puro que habita en él. Sólo de ese modo conseguiremos recuperar el poder que nunca perdimos ni dejamos de tener, tan sólo olvidamos que existía.