miércoles, 4 de agosto de 2010

La extinción del mundo




¿Nuestro mundo, tal y como lo conocemos, termina?

Esta pregunta ronda por mi cabeza hace días. Leo determinados artículos que versan sobre el tema, unos se decantan por el final devastador, otros lo relatan más como un despertar a la conciencia de cada cual y eso, evidentemente, conlleva cambios.
Se hablan de líneas de tiempo paralelas, de visión remota,… Está claro que una lucha se está produciendo en los cielos y ésta se traduce aquí en la Tierra.

El Universo lamenta sentirnos hacer oídos sordos a nuestra cruda realidad. Ve con ojos de súplica cómo destrozamos el potencial innato, cómo permitimos ser esclavos de unos pocos que sólo albergan deseos de poder.
Ellos, la Élite dominante, nos tienen atrapados en una cárcel de cristal y juegan con nosotros a los “Sims”. ¿Alguna vez habéis jugado? Se llevan personas en un simulacro de mundo virtual y haces que interactúen. Total, sólo es un juego en el que puedes ser quien quieras. Si mueres, si fracasas, siempre puedes cargar un nuevo personaje.
Pues bien, para el Poder, somos “muñequitos” con los que jugar. Lo malo es que hemos aceptado y lo peor es que ¡nos encanta! Triste ¿no?

El mundo que creemos haber creado es una simple partida de un juego en el que el control de nuestras vidas lo llevan otros. Ellos tienen el mando y cuando les parezca pueden apretar el botón de desconexión.
El Universo grita con desespero ante nuestra indiferencia, apatía e incluso, consentimiento.

Hemos permitido una sociedad en la que todo se paga, en la que nos invaden con mensajes subliminales y, no tan subliminales, sobre las necesidades y los deseos. Es tal la fuerza que produce en nosotros que necesitamos comprar, hipotecarnos, trabajar en desagradables empleos sólo para poder vivir como dicta esta sociedad que creemos tan “agradable”.
No nos equivoquemos, de agradable tiene poco: la necesidad produce ansiedad, el acto no concluido se traduce en frustración y todas esas emociones negativas terminan en un desgaste de energía brutal.

Nosotros como almas puras que somos, tenemos derecho a vivir en esta, nuestra Tierra, de la cual formamos parte. No hay que pagar por lo que es un bien dado. Con la humanidad, se creo la Naturaleza, el agua, los seres que habitan el planeta, todo se formó de la misma fuente.
La Tierra existe vinculada al ser humano, no hay que pagar por ello, nadie tiene el derecho de darle un valor monetario. Somos seres libres y ella vive en sintonía con nuestra libertad.

Pero así se inicio nuestra sociedad: impuestos, gobernantes, oro que se transformó en papeles que decidimos llamar dinero, entretenimiento, búsqueda continuada del placer efímero y un largo etcétera.
Y la pregunta es: Sabiéndote con un potencial infinito, ¿aceptarías una sociedad como ésta que te esclaviza, te divide y te limita?

Si algo podemos hacer en esta batalla que se está llevando a cabo es aceptarnos con el poder que nos ha sido dado. Éste es el primer paso: Cree en tu condición soberana.
Cómo tal tengo que sentir la unión y el amor con el resto de seres. Hay que sentir desde el corazón, que te guiará por el camino que salvará el mundo.
No esperes pantallas de colores, programas, videojuegos. Tu vida es muchísimo más que todo eso. Tienes el Universo completo para descubrir y eso tan grande es especialmente maravilloso.
Nuestras generaciones posteriores se merecen que movamos ficha, porque si no lo hacemos nosotros, lo hará el Universo que ya se ha cansado de gritar ¡Basta! Y no ser escuchado.