viernes, 11 de noviembre de 2011

Ejerzamos nuestra soberanía




Soy una "simple" humana como todos los que formamos parte de este colectivo denominado humanidad y lo pongo entrecomillas porque en realidad, aunque parezca en cierto modo contradictorio, soy al mismo tiempo una soberana como el resto de vosotros. Somos poderosos, especiales, únicos, cada uno de nosotros, pero lo más importante es que somos libres, libres para decidir, para ejercer nuestra soberania como nos plazca.
El ser humano, y actualmente en mayor intensidad, vive desde el concepto de esclavismo, puro y duro, sin siquiera saberlo, o lo que es peor, siendo consciente y conformándose, porque teme no poder seguir pagando, no poder disfrutar de los ocios que tanto deleite le proporcionan, porque cree simplemente que no merece el privilegio de liberarse.
Nuestra sociedad no ha evolucionado, al contrario, seguimos anclados en un sistema feudal que nos esclaviza a diario, en el que unos pocos (o muchos según se mire) actúan de caciques porque piensan que tienen el poder para actuar así.
El resto, los esclavos conformes, viven autoconvencidos que sólo son merecedores de un trozo de tierra si reciben nóminas de sus empresarios y para conseguirlo, ceden su soberania al otro.
Hoy en dia, el sistema feudal se aprovecha del temor subyacente a perder privilegios llegando a aceptar situaciones de pura tiranía. El empleado cede su soberania porque no cree en su poder ni en sus derechos innatos. El cacique amenaza, relega, explota, exprime, recrimina los fallos, nunca elogia los logros y encima pide el derecho a ser respetado y jamás juzgado; su premisa "Yo soy el amo" es la única válida porque la amenaza de perder el trabajo y formar parte como miembro activo de las colas del INEM parece no gustar a nadie. Tu eres un ser libre y como tal has de valorar si estás siendo respetado. Tienes que exigir con valor y respeto porque tú también eres un soberano, lo que ocurre es que te compraron con supuestas necesidades que ahora sientes como básicas y lo peor es que otorgas el poder de esa obtención a mantener un trabajo esclavista, para poder seguir pagando esa hipoteca que te vincula y te ata a los bancos y esos, al final, son los verdaderos amos de nuestra soberanía.