jueves, 6 de mayo de 2010

Inteligencia Emocional




La Inteligencia Emocional tiene que ver con cómo tratamos nuestras emociones para conseguir ser felices y no sentirnos desdichados.
En la sociedad actual, las prisas, el estrés, la necesidad del día después, los avances tecnológicos y el culto al cuerpo, vivimos por y para este “carruaje” denominado cuerpo físico pero a pesar de la gran evolución a la que parece que nos hemos abocado, conlleva consigo un gran retraso. Son dos caras de la misma moneda. Cuanto más avanza la ciencia, la tecnología, la industria, más decrece el potencial innato del ser humano. Los días transcurren rápidos, sin posibilidad de detenerse y pensar en uno mismo y en todo lo que acontece realmente en nuestro entorno. Con cada avance nos alejamos más y más de nuestra realidad, de nuestro vínculo con el Universo y con el resto de seres y cosas que habitan en él.

Pero vamos a ir por partes:
Lo primero que hay que entender es el concepto de “relación” entre las diferentes partes que forman al ser humano. Utilizando la metáfora del carruaje, diremos que éste, sin ayuda de los caballos, no puede moverse e incorporar vivencias y experiencias, pero al mismo tiempo si deja que sean ellos exclusivamente los que dirijan el camino, podría encontrarse a veces con dificultades o riesgos. Así pues también es fundamental la figura del cochero para dirigir a esos caballos por sendas poco tortuosas.
Bajo esta metáfora se esconden tres elementos: cuerpo, mente y emociones. Pero dentro del carruaje habita un ser, el pasajero que es realmente el que disfruta o no del paseo.
A este pasajero diversos autores lo han nombrado de múltiples maneras: niño interior, conciencia, alma, esencia.
La importancia no radica en la denominación sino en comprender que nosotros somos él, porque sólo de ese modo actuaremos con inteligencia emocional.

Nuestra identificación con nuestro “cuerpo”, con nuestro “carruaje”, con nuestra “forma humana” nos limita el poder que reside en nuestro interior, y esa limitación nos produce frustración lo cual nos hace ser infelices.

Acabamos de ver la primera de nuestras ataduras que nos impide lograr actuar con inteligencia emocional.
Pero hay más:
El vínculo o dependencia que creamos con nuestras familias, otros seres humanos, con las cosas que creemos “poseer”, aquellos materialismos adquiridos y que impiden a menudo que podamos crecer interiormente, expandir nuestra conciencia.
Nos atamos incondicionalmente al pasado, bueno o malo, pero siempre presente en nuestras decisiones, en nuestra evolución, coartándola.
Pero la más grande de todas las ataduras que impiden el desarrollo de la inteligencia emocional en nosotros es vivir en la polaridad, etiquetar las cosas como buenas o malas, correctas o incorrectas, crear diferencias cuando somos unidad con nuestro Universo y con todos los seres que habitan en él.

Nuestra conciencia grita desde el interior de cada uno de nosotros pero no la escuchamos y nos dice que salgamos de la polaridad, que entendamos la Unidad, que todos formamos parte de la misma fuente creadora, que somos parte de ella.

Primer paso para comportarme con inteligencia emocional: Identificarme con mi “alma” sintiendo la inmensidad de su poder, mi poder.
Un poder que va más allá de las limitaciones que me produce el cuerpo físico, un poder que me recuerda mi pasado.
Para explorar todas las infinitas posibilidades que tengo, necesito conocerme, confiar en mi mismo, trabajar la seguridad en mi persona.
El mensaje “Soy capaz” “Puedo” tiene que bombardear continuamente el cerebro para crearme una realidad positiva, porque mi infinito poder me permite crearme mi realidad, esa que tantas y tantas veces llego a boicotearme.

Llegados a este punto necesito poder definir la emoción: es una señal que me da información sobre lo que acontece en mi interior, me dice como vivo una determinada información.
Tengo que adquirir conciencia de mi misma para entender el propósito de mis emociones, de aquello que siento en cada momento y lugar.
Con plena conciencia de mis emociones puedo aprender a regularlas, a gestionarlas, para hacer un uso adecuado de ellas. No se trata de reprimir, sino de exteriorizarlas cuando sea conveniente para mí y para el otro.

Todos habréis oído hablar de los chakras o centros de energía que poseemos. Los tres centros energéticos inferiores están asociados a lo que llamamos el poder de las emociones humanas. Pero las emociones tienen que ser enfocadas y aquí es donde interviene la lógica, asociada a los centros energéticos superiores. El pensamiento es el que enfoca o da dirección a las emociones. La unión emoción y pensamiento forma el sentimiento en el chakra corazón. Sentimos con nuestros corazones.
Según civilizaciones antiguas las emociones primarias percibidas sólo son dos: Amor y su opuesto, unas veces se denominará odio, otras miedo, otras furia, otras frustración,…

Este sentimiento es el que crea sintonia con nuestro Planeta, es a través del lenguaje de los sentimientos como influimos en lo que formamos parte.

La Humanidad está pasando por una época de caos en la que el despertar de nuestra conciencia se hace totalmente necesario. Nuestras emociones / sentimientos destructivos, están creando el caos, el desorden, la infelicidad, la guerra, el fin de nuestro mundo. Las herramientas para cambiar esa realidad están en nuestro poder, sólo necesitamos creer en nosotros, en nuestro potencial, sentir desde el amor y la compasión, actuar con entendimiento, sin competitividad ni diferencias, creando Unidad, porque nuestros actos aislados tienen eco en nuestro planeta.

Si sentimos odio, destruimos, si sentimos amor, construimos.

Necesito enfocar mi vida hacia un objetivo por el que me sienta motivada y tengo que aprender a ser constante para no sentir desmotivación en mi. La motivación es algo innato en mi ser sólo que cuando me parece que me falta es porque el enfoque no ha sido adecuado.
La persona inteligente emocionalmente conoce sus sentimientos, hace un buen uso de ellos y orienta su intención hacia su logro. Ello habla de Inteligencia Intrapersonal y está formada por : autoconocimiento, autorregulación y automotivación.
Pero la inteligencia emocional me sirve para relacionarme eficazmente, para entendiendo mis sentimientos poder ponerme en el lugar del otro, entender cómo se siente y establecer relaciones más dichosas. Entramos en la Inteligencia Interpersonal que consta básicamente de dos partes: la empatía y las habilidades sociales.

Finalmente es importante que tengamos en cuenta que las emociones sólo nos aportan información sobre cómo nos sentimos, cómo nos afecta un suceso. Un uso inteligente de esas emociones está en dejar que transiten, que fluyan sin quedarse enquistadas en nosotros.
Cumplen una función pero tienen que fluir libremente.
Cuando elijo quedarme con ese sentimiento, me paralizo y me siento infeliz. Y digo elijo porque somos nosotros los que tenemos el poder para elegir los sentimientos que sentimos, pero también elegimos los pensamientos y a menudo éstos son irracionales, distorsionados provocando nuevamente el trastorno emocional.

Para actuar con inteligencia emocional, recuerda que tu pensamiento tiene que ser verdadero, no una interpretación, siempre hay que preguntarse: ¿en qué me baso para pensar esto? ¿qué evidencias tengo?

Las emociones son señales que cumplen un propósito, una vez recibas el mensaje tienes que dejarlas ir. Recuerda que las emociones son transitorias.
Por último, no menos importante recuerda que la elección siempre es tuya pero también que tus elecciones afectan al mundo en el que vives.