martes, 18 de octubre de 2011

Palabras desde el silencio para papá


Nunca antes me habia planteado como me sentiria si padre o madre fallase. De hecho la primera en "supuestamente" enfermar fue mamá, pero nunca pensé que su enfermedad la llevara directamente a morir. Contigo, papá, se ha producido algo distinto en mi interior. No sé explicarme, pero me ha parecido escuchar que una vocecita en mi interior, me decía: "Prepárate, el fin se acerca" y eso, desde aquel dia que por teléfono me preguntaste: "¿Cuando vendrás a vernos?", como si sintieras realmente el final.
Cierro los ojos y te recuerdo antaño, con un aspecto más mejorado pero también serio, sin dejar entrever demasiado esos sentimientos que ocupan tu corazón. Ni siquiera cuando tuviste que enfrentarte al cancer de mamá, lo expresaste. De todos modos, tú sufrías, el vacio se apoderaba de tí con cada pensamiento sobre un mañana sin su compañia. Ahora es ella la que sufre, la que siente que el camino que iniciasteis juntos se termina, pero también oculta su pena.
Imagino que toda esa represión tiene que ver con el temor, temor a pronunciar su nombre...muerte.
El otro dia una paciente me decia ¿porqué somos tan complicados en nuestra cultura? ¿porqué las muertes no pueden vivirse con alegria en vez del sufrimiento que las acompaña?
Pensé en tí, papá, entonces, y pedí al cielo, al universo, a quien pertoque, que no sufras, porque tu dolor sé que me hará daño y no quiero sentirlo.
Y también yo me pregunto ¿porqué hacemos tan difícil lo facil? Me repito una y otra vez, como si me estuviera preparando, que nacemos para morir y que la muerte no es más que una etapa de transición y lo creo realmente pero también sé que te echaré de menos. Sonrío cuando releo esas palabras, "...te echaré de menos" y lo hago porque en realidad mi vida, mi dia a dia, transcurre sin tu presencia. A menudo llamaros es más "la obligación de una hija" pero no la necesidad. Siempre he sido "rarita" papá, observadora y solitaria, rebelde con tus consejos que yo vivía como imposiciones. Con los años, nos suavizamos ambos, nos toleramos más. Tú te cansaste de "sugerir" y yo "toleré que lo hicieras". Ni en eso estuvimos de acuerdo!
Me gustaria poderte agradecer todo lo que has hecho por mi, que es muchísimo, pero sé que ahora mismo no podría expresártelo sin que me cayeran las lágrimas.
Me has dado la vida, has cuidado de mí, jamás te has olvidado que tenías una hija y cuando ha hecho falta, has estado allí. No recuerdo haber recibido un no por respuesta...bueno, sólo cuando de adolescente te pediría algo que tú considerarías inapropiado, por supuesto.
Ahora mismo me vienen algunas imágenes de recuerdos a la mente: aquel día que tu adolescente hija se enfadó y te envió aquella libreta en dirección a tu cabeza, que por suerte, supiste sortear; Cuando te desmayaste en la boda de mi hermana, por la emoción del momento, y pensamos todos que te habíamos perdido; nuestra comida en la cafeteria del hospital mientras operaban a mamá; Tu rostro cuando ella gemía de dolor y ese beso que le diste para que sintiera tu cariño y proximidad; el día que celebrasteis los 50 años, la emoción de mamá mientras tú le leias aquel verso. ¿Sabes? Ayer mismo miré la foto de archivo de ese momento y me entristeció pensar que no sabríais vivir uno sin el otro. ¡Cómo llegamos a depender tanto de nuestra pareja!

Papá, lo has hecho bien, nos has cuidado, querido y protegido. Has intentado hacer felices a aquellos que han estado contigo y estoy segura que a menudo de modo totalmente altruista.

No temas, no sientas la enfermedad en tu interior. Trata de sanar tu cuerpo, confía en tu poder. Disfruta al máximo de tu vida, no le concedas espacio al dolor y a la preocupación. No temas morir porque es el miedo el que crea tu enfermedad. Decide tú.