jueves, 5 de enero de 2012

Carta a Los Magos



Sentada en su cómodo sillón de cuero negro Julia se disponía a escribir aquella carta en un día tan apropiado para esa actividad. La única diferencia era que Julia no creía en esas cosas, no solo porque ya fuera adulta, sino más bien porque poco creía en las tradiciones que había impuesto la sociedad consumidora a la que pertenecía.
El día de los Reyes Magos, otra fecha justificada y obligada a la que acudir a los establecimientos para consumir. Los regalos son mágicos y por eso los traen esos poderosos reyes de Oriente… en realidad disfrazamos y otorgamos un poder a unos pocos, todo con la excusa nuevamente del consumo obligado.
Pertenecemos a una sociedad que trata continuamente de adormecernos con idioteces como la de los Reyes Magos y la magia de la Navidad; fechas para soñar, para desear, para recuperar la ilusión, para gastar lo poco que hemos podido ahorrar y así conseguir que otros sean felices. No nos damos cuenta que lo que estamos propugnando es que “el dinero Sí trae la FELICIDAD”.

Nuestra actitud compulsiva genera necesidad y con la compra, el regalo, el deseo, la ilusión caemos en nuestra propia desgracia, aquella que nos esclaviza por necesitar mucho dinero para lograr estar a la altura de lo que nos impone la sociedad en la que vivimos.
Aunque seamos y nos sintamos pobres (económicamente hablando) hay que consumir durante estas fiestas porque es la magia de la Navidad y "ya nos apretaremos el cinturón más tarde", decimos.

¡Qué ingenuos y tontos somos!

Párate y piensa: en realidad, ¿necesitas recibir regalos? ¿necesitas regalar?, ¿acaso ello nos hará más felices?

Si contestamos a esas tres preguntas de manera honesta, obtendremos un NO por respuesta. Si por el contrario en alguna de ellas contestas un sí, entonces estás más dormido que la mayoría.

Veamos, si necesito recibir regalos es que creo que un vestido nuevo, un juego de consola, un reloj o la última fragancia de moda, son imprescindibles para mi y además no sólo no me los puedo comprar yo, sino que necesito sentir que se me recompensa de alguna manera con esos “regalos”.
Esto se asemeja a la necesidad de sentirme aprobado por los demás. Primer problema.

Si necesito regalar es que necesito aparentar, posicionarme, transmitir materialmente una emoción de amor o cariño. Recuerda cuanto más cara sea la joya, más te quieren…
Realmente ¿piensas que quien te ame de veras necesitará demostrártelo con algo que se paga con monedas?. Si fuera así sólo podrían dar amor aquellos que más tuvieran. Nuevamente injusto y sinsentido.

Finalmente, si piensas que cuantos más regalos hagas y/o obtengas más feliz vas a ser es que has perdido toda conexión con tu interior, con tu propio YO y ese ser al que llamas equivocadamente YO se ha infiltrado en tu ser para robotizarte y hacerte víctima de tus emociones dañinas:
rabia por no poder, impotencia por no llegar, frustración por no ser mejor que.


Por todo lo dicho Julia se disponía a escribir una carta a los Magos, que no eran más reyes que ella que era toda una Soberana, por supuesto, como tú o como yo. Y no es que los Magos fueran menos magos que ella pero claro tanto tiempo vivido como humana le habían hecho perder el contacto con su Magia, la que siempre había habitado en ella, como en ti y en mí.

A diferencia de las cartas del resto de Julias, Lauras, Mónicas o Claras, la de nuestra protagonista no pediría nada que pudiera comprarse con aquellos trozos de papeles que llamaban dinero, ni supondría ningún sobreesfuerzo para nuestros elegidos Magos, sólo deseaba que ellos le recordaran su eterna sabiduría siempre existente pero olvidada para vivir con MAGIA lo que otros viven con “la venda de la ilusión”.


1 comentario:

Toni Barnils dijo...

Una lectura enriquecedora. La ilusión debe nacer de nuestro interior y proyectarla para y hacia los demás, seguro que nos viene recompensada. Cuesta mucho educar fuera del materialismo. En eso estamos.

mi abrazo, con tu permiso me añado a tu lista de seguidores