miércoles, 24 de marzo de 2010

La llave (1ª parte)




Elena miraba turbada aquella llave dorada mientras Irene se dirigía en estado semiinconsciente a su habitación. No era la primera vez que Irene actuaba de ese modo; de hecho, a Elena ya no le sorprendía, tras cuatro años de convivencia. Ese extraño comportamiento, que a otros podía desconcertar, a ella la fascinaba. Irene mostraba un sexto sentido para percibir determinadas cosas y Elena había logrado que eso no inquietase la fragilidad de una niña de 6 años tan especial.

La adoptó con 2 años cuando trabajaba en los Servicios Sociales de aquella gran ciudad. Su expediente llegó a sus manos “por casualidad”, pensó entonces, aunque ahora tras lo acontecido sabía que “nada sucede por nada”.
Ellas dos tenían que estar juntas en estos nuevos tiempos, en los que la humanidad parecía mostrarse tan perdida.
Irene formaba parte del conjunto de seres especiales que ayudarán al cambio, de eso Elena estaba segura y por esa creencia la recogió, la crió y la ayudó a desarrollar todo su potencial. Ahora con 6 años, Irene era toda una “precog”. Se mantenía inocente y pura sin el control de los que tienen el poder.
Elena se encargaba especialmente de su educación, la mantenía alejada de todo aquello que pudiera confundirla, atemorizarla o convertirla en un esclavo más, dentro de nuestra cárcel de cristal construida bajo nuestra dormida autorización...

Esa forma de pensar, esa obsesión por desentrañar la conspiración, la alejaron de Julián - recordaba Elena, mientras en sus manos tenía sujeta esa llave dorada.

Él, reconocido físico, fue captado, muy a pesar de Elena, por una de las principales empresas consideradas clave en el plan conspiratorio contra la humanidad. La poca credibilidad de Julián y la suntuosa suma de dinero que le proporcionó la nueva firma por sus investigaciones, favorecieron el alejamiento y posterior ruptura. Aunque ciertamente, ahora que lo pensaba, ¿acaso rompieron? Simplemente él se marchó a una sucursal en Michigan, y las llamadas y correos se fueron distanciando. Nunca llegaron a hablarlo…

Elena se concentró en la formación de Irene, en proporcionarle una estabilidad emocional, ofreciéndole un lugar donde vivir lo suficientemente alejado de la civilización para poder pasar lo más inadvertida posible.
Ahora, se reía recordando las palabras de su padre:
“tienes que ser autosuficiente, conseguir tus propios recursos y así sobrevivirás a la catástrofe que se avecina para la humanidad.”
Entonces, de niña le parecían tremendas tonterías, obsesiones de un viejo loco, pero algunos acontecimientos que vivenció, la llevaron a creer firmemente en ellas.

El padre de Elena era astrofísico y su repentina muerte dejó una sustanciosa herencia para ella. Él la había criado sólo; precisamente, en esa casa que ahora habitaba junto con Irene, habían pasado largas temporadas. Ese fue uno de los legados de su padre.
A Julián lo conoció en el círculo laboral de su padre, era un admirador de su trabajo y rápidamente se convirtió en “protector” de Elena. Unos meses de intensos encuentros desembocaron en una rápida convivencia. Lástima que sus caminos tomaran distintas sendas…

En los últimos 8 meses, tan sólo habría recibido el baúl dorado y ahora aquella extraña carta:

“No estamos a salvo. Tú tenías razón. Nunca debí aceptar ese trabajo. Me dejé comprar por ellos y ahora soy cómplice de este holocausto. Tenéis que desaparecer. Vendrán a por vosotras. He descubierto algo que nos pone a todos en peligro. Coge todos los documentos que contiene el baúl dorado que te llegó esta última semana. La llave lo abrirá. Mueve la verdad por la red pero borra tus pasos. No te fíes de nadie. Ellos no saben que existís. Me ha costado mucho hacerte llegar esta carta. Puede que hayan seguido el rastro. Coger vuestras cosas y desaparecer lo antes posible. Mi vida no vale nada pero vosotras dos sois un tesoro incalculable, sobre todo Irene, ella es la clave. Tienes que protegerla como yo siempre te protegí a ti. No contactes conmigo. Nunca dejé de quererte. Siento no haberte apoyado. “

Continuará…

3 comentarios:

Celia Álvarez Fresno dijo...

Hola, querida Gloria.
Un relato intenso y sobre todo, el final... con tantas recomendaciones se pierde la respiración.
Un beso muy grande

L.N.J. dijo...

Vaya, impresionante, como bien dices nada sucede por nada, todo tiene su porqué. Es una intriga leerte, volveré a por la segunda parte.

Quizás lo baje para leerlo mejor en papel...

Besos y cuídate mucho.

L.N.J. dijo...

Por supuesto lo bajo con tu permiso Gloria, me cuesta trabajo leer textos largos en la pantalla.