jueves, 2 de abril de 2009

La historia de Maria




María se levantaba cada día a las 7:30 horas. Ese día no tenía nada de especial, iba a ser uno de tantos en su monótona vida. Se sentía especialmente cansada esa mañana, quizás no era exactamente cansancio pero sí cierta predisposición apática. Nunca había sido demasiado alegre ni siquiera amante de los deportes, pero desde que tuvo a los niños se volvió más pausada; realmente ya tenía bastante con el ajetreo de su hogar, los críos y la casa de doña Isabel, donde limpiaba y cocinaba, como para pensar encima en mantenerse atlética.

Se reía en sus adentros imaginándose por un momento practicando un deporte. Realmente tenía suerte de su constitución delgada porque nada tenía que ver con la práctica deportiva. Ni tiempo tendría aunque quisiera. Recordaba, eso sí, que le gustaba bailar, aunque eso pertenecía a un pasado bastante lejano.
No era tan mayor, pero sus huesos estaban agotados; ya fuera por el día a día, ya fuera por los golpes.

María estaba casada con Lucas, alguien a quien le gustaba mostrarse autoritario con las mujeres y si era necesario utilizar la fuerza, aunque en el fondo tenía un gran corazón, al menos así lo demostraba con los niños. Tampoco había tenido mucha fortuna con su trabajo y esa situación poco fructífera tenía mucho que decir en su comportamiento para con María.

Lucas se había marchado ya al trabajo y María se desperezaba como de costumbre; pronto tendría que levantar a los niños, pero antes debía arreglar su habitación para que cuando él llegara pudiera echarse una siesta.

A las 8 en punto los niños se levantaban y ellos mismos arreglaban su cama. Por fortuna, tenía unos hijos maravillosos y muy hacendosos. La vida en eso si le había sonreído.

La comida la preparaba la noche anterior y así podía dormir un poco más. Por la mañana era cuando más a gusto se estaba en la cama y además, tampoco le interesaba lo que echaban por la televisión. Cuando terminaba de cenar se metía en la cocina y no salía hasta que hubiera acabado la comida del día siguiente.
Algunas veces los niños se habían acostado solos y Lucas entraba sigilosamente en la cocina acosándola, otras se quedaba frito en el sofá y ya no había nada que temer.

Odiaba hacer el amor con él porque había perdido la dulzura sustituyéndola por la fuerza. Parecía que se sintiera poderoso cada vez que agresivamente la penetraba. Obligarla le excitaba pero también le enojaba.

Esa era su vida, casada con un hombre que tenía mal carácter, intensamente posesivo pero al que debía lo que ella era. Formaban una familia y eso ella no lo había tenido. Lo quería y lo respetaba. Era el sostén de su familia, su propia familia y tenía que cuidarlo porque era su deber.

Era una mujer agotada pero con unas creencias demasiado difíciles de vencer. Eso probablemente la hundiría o tal vez, la mataría. ¿Hasta dónde podría llegar su paciencia? ¿Cuánto habría que ultrajarla para que ese tipo de mujer, devota y sumisa, reaccionara?

La elección siempre es nuestra, en cada acto, en cada palabra. Una primera vez pueden hacernos daño pero si seguimos aguantándolo es en cierto modo porque así lo deseamos en alguna parte de nuestro ser.

Un pedacito de mi novela

4 comentarios:

Any dijo...

Que vida triste la de Maria, y es mas común de lo que uno piensa. Seguir adelante por rutina, por los hijos, por miedo, por culpa ... quien sabe.
Estoy de acuerdo con vos, es una elección, por el motivo que sea uno "elige" seguir o no en esa situación. La verdad que pensarlo me da escalofríos, prefiero quedarme sola.
Quiero saber como sigue !!!
un beso Pantera

Paco dijo...

Una buena novela que algún día tendrá cabida en el mundo literario. Aunque seguramente el final será triste. Porque esas historias en la vida real nunca acaban bien.

Un beso novelesco para tí.

Ardilla Roja dijo...

Hola Pantera:

Yo creo que acabará cuando uno de los hijos vea realmente quien es su padre.
En cuánto se sienta apoyada por los hijos, porque por ellos aguanta esa situación... adiós con el corazón, que con el alma no puedo.

Un abrazo

L.N.J. dijo...

Estas historias todavía no acabo de asimilarlas, y eso que ya soy cuarentona.

María Dolores, María Amparo, María Luisa, María Antonía ....., ahora entiendo porqué le pusistes este nombre tan bonito a tu historia.

Mujeres y niños.

Pantera, ¿Nos hacemos débiles o lo somos por naturaleza?. Me encantaría que sacaras por aquí un artículo o escrito tuyo de la debilidad del ser humano.
Porque el hombre, a veces, también llega a ser maltratado.

Avísame si lo haces,

cuidate.