domingo, 5 de septiembre de 2010
El Otro
El Otro lleva tanto tiempo conmigo que ni siquiera puedo pensar en mí sin él. Él me guía en todos los instantes de mi vida. Ha estado presente en mi nacimiento, cuando tuvimos aquel accidente en el que pensé que perdía a mi madre, en aquellos difíciles días en que me lo cuestionaba todo. Me ha acompañado en todas y cada una de las situaciones que la vida me ha dado, ofreciéndome en todo momento atención y cuidado. Tanto hemos vivido juntos que ahora se hace difícil prescindir de él.
El Otro es algo así como mi propio vestido, el ropaje con el que asisto a las representaciones de la vida, mi consejero que interviene para que mis decisiones sean acertadas. Ha estado tan pegado a mí, que ahora no sé si voy a poder.
El Otro me aconsejó cuando decidía qué profesión elegir, me susurró: "éste es el hombre adecuado" cuando decidí comprometerme, me hizo sentir que estaba preparada cuando tuve a los niños. ¿Vale la pena tomar el camino equivocado?
El Otro siempre ha sabido lo que era mejor para mí, me ha acurrucado en los sollozos y ha evitado que cayera por más de un acantilado, pero lo más importante de todo es que SIEMPRE HA PENSADO POR MI.
Y ahora me pregunto: ¿Es eso lo que en verdad quiero?
El Otro se viste de sabiduría para hacer que sientas su necesidad de existir. Critica tus decisiones alocadas para que creas que sin escucharlo estarás mal. Te hace sentir pequeña cuando teme ser descubierto.
El Otro vive de ti, vive tu vida enfundado en tu caparazón. Se coló junto a tu alma en el momento en que decidiste vivir una existencia terrenal y empezó a hablarte desde tu nacimiento. Su voz cada vez sonó más fuerte en tu interior y pensaste que ésa era tu alma. Pero no, era la del Otro.
Es un ser que habita en las tinieblas que rodean tu corazón, bloqueando que éste sea escuchado.
El día que despiertes y escuches verdaderamente tu corazón quedarás deslumbrada por los misterios de la vida, estarás abierta a los milagros y vivirás cada segundo de tu existencia con tal intensidad y plenitud que jamás sentirás el vacío que habita el alma humana.
Entonces reconocerás el tiempo perdido escuchando al Otro, dejando que él viva tu vida, limitando al máximo tus sentidos y verás que esas dudas que ahora albergas sólo son una manipulación más del Otro porque ahora sí ve con temor el fin de su existencia.
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